domingo, 3 de octubre de 2010

El Rey de Casi-Todo


El rey de casi-Todo tenía casi todo. Tenía tierras, ejércitos y tenía mucho oro.

Pero el rey no estaba satisfecho con el casi-Todo. Él quería Todo.

Era lógico. Quería Todas las tierras. Quería Todos los ejércitos del Mundo.

Y quería Todo el oro que hubiese. Entonces, mandó a sus soldados a por Todo.



Así fueron conquistadas más tierras.

Otros ejércitos fueron dominados, y en sus cofres ya no cabía tanto oro.



Pero el rey todavía no tenía Todo. Seguía siendo el rey de casi-Todo. Por eso, quiso más y más.

Quiso las flores, los frutos y los pájaros. Quiso las estrellas y el Sol. Flores, frutos y pájaros le fueron traídos.

Se apresaron las estrellas y el Sol también perdió su libertad en sus dominios.

Pero el rey todavía no tenía Todo.



Porque teniendo las flores, no podía quitarles la belleza y el perfume.


Teniendo los frutos, no podía quitarles el sabor.

Teniendo los pájaros, no pudo quitarles el canto.

Teniendo las estrellas y el Sol, no podía quitarles la luz.



El rey era aún el rey de casi-Todo. Y se puso triste.....

Muy triste.

Sus reinos eran ahora muy feos.

No había flores ni frutos.

La noche no tenía estrellas y el día no tenía Sol.



Entonces el rey de casi-Todo no quiso nada más.

Devolvió las flores a los campos y ordenó que se entregasen las tierras conquistadas.

Soltó a los pájaros y mandó que distribuyesen las estrellas por el cielo y que liberaran al Sol.

Y el rey fue feliz. Su Reino volvía a ser hermoso. Razonablemente hermoso.

En su inmensa alegría, sintió paz y vio que no era más el rey de casi-Todo.

Él ahora lo tenía Todo. !

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